Mi encuentro con Krupoviesa en Miami

Para nadie es novedad que amo el fútbol y que mi amor por Boca Juniors no lo cambio por nada del mundo. Porque se puede cambiar de todo, pero menos de equipo.

Cuando era niño y vivía en el Perú era malísimo para jugar al fútbol. Mis amigos me ponían en el arco (porque a los malos con la pelota van debajo de los tres palos. Creo que eso también es bulling futbolístico). De hecho, y como no me quedaba de otra con el tiempo me volví tan bueno atajando que en un momento soñé con ser un gran golero.

Me volví tan bueno atajando que ya a los 13 años me buscaban los del barrio para ir al arco. Una vez me disloqué un dedo porque fui con todo a sacar una pelota que venía en gol. Estuve varios días sin practicar por esa lesión y, cómo no podía jugar por miedo a lesionarme me refugié en el baloncesto y el surf. Con mi gran amigo Killgor jugábamos al básquet hasta que la noche nos atrapaba.

Perdí mi pasión por el arco y con ello la del fútbol ( algo irónico hoy en mi vida). Sin embargo, mi hermano mayor era un todo terreno con la pelota. Él si tenía dotes futbolísticos y siempre he pensando que si hubiera recibido apoyo familiar seguramente hubiera jugado en el Real Madrid, Barcelona, Bayern Munich o por qué no en Boca Juniors. Realmente era un distinto con la número 5.

Es hasta el día de hoy que con 50 años mi hermano aún juega a la pelota. A veces, cuando estoy cubriendo fútbol pienso “ si el Rafa estuviera aquí estaría tan feliz viendo de cerca a sus ídolos “. Una vez lo llevé a cubrir Argentina vs Perú en el Monumental de River y, no paró de pedir fotos a los jugadores. Eso dentro del protocolo periodístico no está permitido, pero era su primera vez así que todo valía. Yo era feliz viéndolo como un niño detrás de las estrellas del balonpié.

El ama tanto a Boca como yo. Sin embargo, el Rafa es hincha de Universitario y yo de Alianza Lima. Nadie es perfecto, dicen por ahí jaja.

Volviendo a Krupoviesa y el encuentro que se dio en Miami fue algo inesperado. Yo estaba con la familia paseando por Ocean Drive y necesitaba la foto familiar. Entonces, por mi lado pasó una pareja de la mano y les dije “ Disculpen chicos me pueden tomar una foto junto a mi familia “. Automáticamente el ex Boca Juniors dijo que sí.

Cuando le voy a dar mi celular lo miré bien y lo reconocí de una. Entonces, le pregunté: – Usted es el que jugaba en Boca – – Sí -, me respondió y enseguida tomó la foto.

Cuando me devuelve el celular pensé que se iba a ir, pero se quedó para observar si la pic había quedado bien. Entonces, aproveché el momento para preguntarle cómo la estaban pasando en Miami y, una pregunta llevó a la otra. Obviamente, él me interrogaba por los modos de vida en USA y era inevitable no compararlo con Argentina. Le di algunos tips para que no lo engañen en los restaurantes. O sea, le pasé mi experiencia. Le recomendé algunos lugares para disfrutar y al final vino la foto de protocolo. Se dio una charla de más de media hora, pero nunca le pregunté por su paso por Boca Juniors. Si le iba por ese lado estoy seguro que se rajaba. Tacto periodístico.

Pero, porque siempre hay un pero. Cuando se iba de la mano con su mujer le grité: Krupo “aguante Boquita”, y le hice el gesto de la patada histórica que hizo en un superclásico. Se acuerdan? Casi lo deja sin jugar de por vida al Rolfi Montenegro. Se sonrió a la distancia mientras se alejaba y yo fui más feliz.

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